Tuesday, May 05, 2009

stultifera navis


La mañana pide que escriba algo. La mañana y la luz traslucida que habita dentro mío. Tengo el dedo roto, me duele tipiar y ahí la metáfora. Escuchando los trances de los follakzoid que han reemplazado los otrora lisergicos Ganjas; se trata de subrayar lo que sucede porque en ello hay una contradicción que finalmente indica algo de otro orden y la vida no es esta que consumimos en el oxigeno y la manifestación de la felicidad. Entiendo poco de lo que se me ha dado por rubro, escribir no sé si es el sentido siquiera, la música…los intentos de habitar el out-there gracias a las drogas y las mujeres salvajes. Filtros para colorear el verdadero color trágico en boca de KURTZ the horror, es el horror. Y cuando se alcanza la felicidad, una tragedia en ello, en el sentido de que considerarnos algo, algo depositado sobre otro algo incluso más intranquilo, una gran alfombra rectangular y temblorosa, no tiene sentido. Descartes y los ordenes gregorianos nos mintieron y yo veo en tus ojos verdes ese mismo error y tu felicidad es superficial. (y pensar que me hiciste caminar en ese sentido, idiotamente siguiendo tu ejemplo que acabó con alguna sonrisa que pudiese albergar mi cuerpo). Entonces mi novela y lo que vamos haciendo, transitando la ciudad-nieve Santiago, respirando con dificultad y de repente la realización de que las luces nocturnas pintan mis caminos y que todo se extiende como una gran explosión de órganos e interiores hacia las ciudades del mundo. La felicidad es saber que aquello siempre se mantendrá oculto lejos de nuestras manos completamente sucias. Ojala la verdad nunca esté a nuestro alcance, ojala pudiesen ver en los rostros que se sumergen la cara de la soledad; una vez rozada la lucidez la locura llega a reemplazar nuestros círculos con su gran navío deambulante.