Monday, August 31, 2009

Exit

Santiago. Un aura al interior de los metales. Un edificio cayéndose, quebrado por el sueño. Yo y Nicolás –¡Corre!- Un ave rapaz sobre nosotros haciendo círculos. Escribí una vez (con mi nombre) cómo nos habíamos quedado encerrados en las habitaciones, y como todo se contaminaba y al final llegaba a nuestros cuerpos que ya llevábamos prestado. Tener que escribirlo es terrible, a ello. Ridícula es la ciudad, los discos innombrables, lo profetas que han caído al cielo, los riff de guitarras y las máquinas de escribir, los tipeadores. Nunca había sentido la imposibilidad completa de soltar un “espíritu” sin sus comillas sobre la vida que se extiende en todos los recorridos. Quiero sentir ese corazón palpitar, Jack. Quiero sentarme en un muelle de mi antigua ciudad y ver ahí lo que no hay. Estoy cansado de subrayar con la vista. Y las soluciones inmediatas de la prosa, ella misma, escribirle a alguien, hablar de alguien e incluso ahí, el sable, no recuperan su sentido. Estoy empezando a mostrar mi malfuncionalidad, a acabarme, descomponerme y pronto al reciclaje de las energías básicas. El agujero…probablemente el círculo de esa ave rapaz y por ahí las respuestas sobre cómo plantar a tus personajes down the k-hole, pero nada para salvarnos la vida. Me estoy muriendo, definitivamente, lo he sentido ahora y durante la noche, y todas las noches. Pienso incluso en ella y la borrachera del pensamiento y no soy siquiera capaz de atribuir a mis reflexiones valores patafisicos. Lo hacía por que había que calarnos en la historia – que eran errores y comportamientos maravillosos de tu cuerpo traslucido – y eso tenía sentido. Ahora lo sostiene una piedra preciosa, sobre el bestiario y las capitulaciones de Morelli, de nuevo. De nuevo la inercia de los topos en la Plaza Ñuñoa. Llorar en las micros, marearse al tratar de leer un poema de Carrasco. Calas. Sabor cítrico de tus besos. La aventura de los cielos rosados, ahora pagando el karma del niño poeta. Enumeraciones que nunca acabarán. Propuestas infinitas y roces imaginarios, y besos. Alguna vez, sentir la estela de tu cuerpo desplazarse por su trayectoria, desdibujarse al coger la guitarra, abrir un libro, dejar entrever todo.

No hay otra solución; lo hay todo.

1 comment:

8 said...

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