Las cosas suceden bastante simples. Cierras los ojos y piensas en alguien, y luego solo puedes pensar en ese alguien. Y luego cierras los ojos pensando en otra persona y dices – este es un ángel – como todo hay que venerarle. Una fotografía cubre lo que puedo ver y tengo que pedirme turnos para comprender lo que quiero ver, que no tiene nada que ver con lo que quiero ver realmente. Siempre existe el deseo y yo lo he visto mutilar las horas (cuando las recuerdo pasar) pero también fragmentarlas y superponerlas y verlas como ellas, como una polillita cruzando una pieza, noble gajo en el tiempo, tan apropiadas y de repente tengo nombre, de nuevo, bautizado, un brillo; el dolor. Es simple que todo conviva en la muerte, porque desde ahí el gran eterno paradigma del deseo. No hay otra cosa que pueda ver. Y escribir sin metodología sin disciplina –soy lo único que existe – tan seguro de ello como de rodillas, realmente rozándolo. No hay autentica amistad que resista a esta realidad. Negando. Solo. Pidiendo a gritos la iluminación.
2 comments:
Quisiera compartir algunos textos contigo. Dime si te interesa.
Claro que sí, pero dime, ¿Cómo? No dejaste mail ni contacto.
Espero tu respuesta por acá...
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