Monday, February 04, 2008

Lee #



Ayer fui golpeado por las verdades de Lee Ranaldo. Las suyas, que comparte y exporta en sus spoken word y los chirridos melodramáticos de sus guitarras desafinadas. Golpeado es el termino para describir lo absorto, el corazón agitándose como anunciando alguna malfunción, yo sentado en mi auto describiendo diseños y patrones en la muralla que da a mi asiento: unos rostros convulsivos, el diablo, los ladrillos rojos respirando como si estuviera drogado (lo estoy, pero la música lo olvida) y los transeuntes ocasionales que quiebran el desorden para dar paso a la posibilidad ordinaria de ser asesinado en la noche ñuñoina. Lo normal es el miedo a las criaturas que deambulan la noche, los otros habitantes que la soberbia me deja decir desconocen todo este sonido como golpe de realidad, las metaforas de otro que en la rapidez de la sinapsis se hacen nuestra/mía, el viejo coche plymouth alejándose por una carretera norteamericana es mi auto, en la sinapsis, estacionado mientras tiramos humo con Martín y nos callamos un poco porque la música se vuelve emocionante y empatica. Las otras criaturas son la fauna de la fabula de cada día. Bolaño agota la muerte en 2666, porque él la vio agotada en cada intento, y ahora yo me pregunto si en esas muertes hay un juicio a la maldad, quisiera preguntarle a Bolaño si el juzga el mundo que crea. Los gatos, la luces de los autos que cruzan la calle Ortuzar, las sombras agazapadas que son proyecciones de vida ausente, todo fue relatado e incluso las aficiones cinematograficas. Mi experiencia no puede ser un relato, más bien la sinergia de todos los componentes de esa noche, que son las metáforas de Ranaldo y el miedo al porvenir, al rápido cuchillo que me degolla en el espacio de mi ventana para arrojar la ceniza, la paranoia de los automóviles y su velocidad, los seguros, el miedo, el miedo que se repite hasta el hartazgo y la martirización (Martín), el miedo que se repite hasta estos "simulacros de realidad".

Lee versa:
Nothing seems to affect my view these days.
My life beyond stable, static.
(...)
And all these stupid metaphors, what is one to do?
(...)
Is it even possible to reach out and touch another person?
To dent their flesh with my fingertips?
Why all the conventions the walls to prevent such happenings?
What can you show me?
What can I tell you?
How many years have we been apart?
Where have you been all my life?
When can I see you again?
I'm sick of the sight of you.
(...)

Y tenemos pena, nos vamos hundiendo en los asientos del Megane porque tenemos pena. Alguien la relata con la veracidad y lo tangible de un disco, un cda, mp3, una cristalización de pena que a nosotros se nos arranca con el humo del cigarillo. Ranaldo se vuelve inverosímil, él no tiene esa pena, tiene su espacio en la vida fonográfica, las giras en Berlin y España, la compañía de Kurt Cobain, toda esa elevación fonofantastica que es la vida Indie y que aquí se entiende como remeras apretadas y Sonic Youth, y las mujeres ocasionales que pululan a los rockeros de la escena.
Su música parece escrita por nosotros, pero eso es el delirio. Es que la sensación es que todo es inabarcable, incluso nuestro propio cuerpo demacrado por los humos. He perdido mi habilidad para las matemáticas, he perdido mi sentido social, he perdido la duda sistemática, he vuelto a creer en Dios, he dejado la literatura, he vuelto a ella y en ella las muertes de Bolaño, he perdido el respeto a la vida pero he ganado respeto a la muerte, tengo miedo, como un infante tengo miedo. La duda sistemática me enseñó la aspereza de corazón que una vez me alejó de la mujer que amo, ahora conservo una confianza que son mis discos, "asir el sonido", los paneos tridimensionales en el ambient urbano, chirridos de ruedas, las conversaciones nimias de dos ejecutivos mal vestidos, su paralelismo a los Taj Mahal Travellers, la confianza de hacer este simil entre algo completamente real y la desintegración endógena de la música.


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