Lee versa:
Nothing seems to affect my view these days.
My life beyond stable, static.
(...)
And all these stupid metaphors, what is one to do?
(...)
Is it even possible to reach out and touch another person?
To dent their flesh with my fingertips?
Why all the conventions the walls to prevent such happenings?
What can you show me?
What can I tell you?
How many years have we been apart?
Where have you been all my life?
When can I see you again?
I'm sick of the sight of you.
(...)
Y tenemos pena, nos vamos hundiendo en los asientos del Megane porque tenemos pena. Alguien la relata con la veracidad y lo tangible de un disco, un cda, mp3, una cristalización de pena que a nosotros se nos arranca con el humo del cigarillo. Ranaldo se vuelve inverosímil, él no tiene esa pena, tiene su espacio en la vida fonográfica, las giras en Berlin y España, la compañía de Kurt Cobain, toda esa elevación fonofantastica que es la vida Indie y que aquí se entiende como remeras apretadas y Sonic Youth, y las mujeres ocasionales que pululan a los rockeros de la escena.
Su música parece escrita por nosotros, pero eso es el delirio. Es que la sensación es que todo es inabarcable, incluso nuestro propio cuerpo demacrado por los humos. He perdido mi habilidad para las matemáticas, he perdido mi sentido social, he perdido la duda sistemática, he vuelto a creer en Dios, he dejado la literatura, he vuelto a ella y en ella las muertes de Bolaño, he perdido el respeto a la vida pero he ganado respeto a la muerte, tengo miedo, como un infante tengo miedo. La duda sistemática me enseñó la aspereza de corazón que una vez me alejó de la mujer que amo, ahora conservo una confianza que son mis discos, "asir el sonido", los paneos tridimensionales en el ambient urbano, chirridos de ruedas, las conversaciones nimias de dos ejecutivos mal vestidos, su paralelismo a los Taj Mahal Travellers, la confianza de hacer este simil entre algo completamente real y la desintegración endógena de la música.
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