- Porque así todos nos seguirán, ahora. Son nuestros tiempos. Imagina un gran ejercito con soldados lentos, casi pegajosos. Imagina ahora la utilidad de esos cuerpos viscosos. Es casi como recortar el aire. –
Nadie en definitiva conoce a estos sujetos. Su búsqueda será la misma después de 80 años. Una de ellas al menos. (Lo dijo Parra en el "Discurso de Guadalajara")
- Necesitamos levantar criaturas, como unos nigromantes –
- Primero es necesario dejar la casa de nuestros padres. Y eso no es ni siquiera el numero uno de la lista de prioridades. Primero hay que tipear mirando el teclado. La técnica nos enseñó lo contrario, ahí radicaba la habilidad, pero yo sugiero otra cosa; el secreto está en las letras.-
- A mi los dedos se me tuercen, me duelen. Escribo con, máximo, tres dedos ¿De qué me sirven grandes pliegos de papel?-
Vuelta a casa bajo una llovizna espesa. No me vas a encontrar ahí, Javiera; soy el adoptado, esta ciudad me raptó cuando tenía 12 años. No encuentro nada encerrado en los habitáculos recreacionales. Bestias en la solera del mundo, el gran cielo latinoamericano tapado por las emulaciones modernas: neones, proyecciones, mujeres de vaginas estrechas, hombres sobreyaculados, infidelidades sobre todo el juego de ficción. Estoy apoyado en una muralla esperando a que llegue el supuesto Condor (alias la muerte, alias alguien que me diga la verdad) y me arranque o me deposite ahí definitivamente. Cada noche es una promesa rota. Cada noche vuelvo a repetirme en esos hábitos que desprecio.
Poli y el desarme, a veces su mirada que atraviesa y la posibilidad de sentir el lugar. Quisiera que me llevara por una carretera que acabe en una playa, darnos cuenta de que deberíamos habernos quedado en casa.
En las calles los rostros ocupados en saciarse. Todos buscando llenarse los bolsillos, el estomago, el hígado o los pulmones. La vida actual es un llenar y vaciarse, eso son los movimientos centrales. Conducido por una inercia fantástica (alcohol, de otra forma arrodillado clamando un Dios cualquiera) me deslizo por las aceras húmedas y sucias del centro; toda una gran analogía de mi vida amorosa. Elegir un nombre: ¿Hay esperanza para los Santiaguinos? I´ve got proyects, do you hear me? Proyects. Parapetándose al tiempo, fuera de él, la evolución meritocratica que evalúa nuestra madurez.
Poli, el advenimiento de la muerte. Ensayando tus hábitos para construir la novela. De lejos observándote y desdoblándome en la literatura. Mirando hacia arriba, un tipo dos veces más alto que tú, pequeño big-bang previo a la implosión. Cariño, cariño. Tu cuerpo desdeñando el aire que roza, la mejor presencia que se puede aspirar, movimiento perpetuo y oxidación. Mueres más rápido que todos, nosotros sufrimos la lenta desesperación de la vergüenza.
Estaba pensando en escribir sobre él y ella. Ahora me veo sentado en el auto, lo recuerdo. Un viaje suave; trato de acomodar mi cuerpo en lo posible y girar mi cabeza de tanto en tanto para asegurarle mi atención. Escuchamos Popol Vuh, Hosianna Mantra como subrayando lo translucido de nuestro tiempo juntos.– No he dormido bien – me dice. La verdad ella nunca ha dormido bien, creo. Y yo con ella menos, no soportaba su habito de frotarse los pies durante la noche. – ¿Alberto? – me inquiere. – Tiene miedo de comenzar a acomodar sus vacíos sobre mi cuerpo; lo hace lentamente. Conduzco a una velocidad prudente, aunque me gustaría acelerar las cosas y sentirme un poco más en el transito y menos en este auto. Trato de concentrarme, pero la última vez que estuve con ella no es siquiera un recuerdo anidado en la parte del cerebro que le corresponde a la poesía. Me doy cuenta que uno no sana, por más que se aspire al porvenir. – Me sudan las manos, mira – Tomo su pequeña mano un poco deforme, nunca me sudan las manos y tengo que decirle que no estoy ahí. Ella lo va a entender o quizá todavía la amo, eso pensará de noche, satisfactoriamente. Pero mi desesperación se anida en la incapacidad de recordar mi experiencia, y recoger sus ademanes como todas la texturas con que se matizan los personajes de novelas. Me estoy protegiendo de antemano, subrayándome en la literatura. – Estoy seguro que no tengo ningún disco que te agrade acá – le digo. – No te preocupes…podemos escuchar lo que tu quieras – Entonces detengo el auto, no aguanto. La miro y ella se recoge hacia el vidrio como esperando un zarpazo merecido. - ¿Qué? – me pregunta, con todo mi cuerpo enroscado en su ojo. – Ayer soñé contigo – Empiezo. – Venias de vuelta del cielo tras una experiencia mística con alguna planta…No me quisiste contar de que se trataba el cielo, y yo lo necesitaba…Si estaba a punto de enfrentar mi salvación tu sabes que no lo iba a lograr sin abandonar el terrible esfuerzo que el cielo evitaría…De todas formas fue bueno verte ahí, como si nos hubiésemos pillado en la vía del tren camino a Machu Picchu… Bastó mirarte para saber que el cielo no lo merecemos… – Estoy al borde de abofetearla. Recuerdo su boca contraída en mi glande, su ojos mirándome directamente, las pocas veces que estaba urgida por mi placer. – Sé lo que quieres decir – (¿Lo sabes? Entonces bájate del auto) – Sabía que llamarte iba a ser como aterrizar sobre espinas – No me esperaba una respuesta de ese tipo. Quiero que se me abalance y acabar con esto pronto. – Quiero que me enseñes a escribir…- Nunca la he escuchado tan determinada; el tiempo que compartimos eran vaivenes y prefiguraciones de la soledad y la emancipación; todo lo hacíamos con la esperanza de ser los mejores, pero sin la correspondiente paciencia. – Yo ya no escribo – Le respondo – O por lo menos no el tipo de cosas que solía escribir...Ahora no se le puede llamar de esa forma. – No me entiendes – me dice – Quiero que me enseñes a sufrir. – Pienso en la única forma en que podría traducirle su petición, se la comunico directo a los ojos. Su cuerpo ya no se agazapa en el asiento, esta erguido y radiante. – No ha pasado mucho tiempo ¿No? – Le pregunto. – No- responde – El necesario para que llegue este día. – No entiendo nada. En aquellos tiempos sus comentarios crípticos eran iguales a todos mis ardides retóricos para esforzar la comprensión. Ahora no entiendo y me importa un carajo. Me siento ligero llevando el Megane por la ciudad. De repente, el aviso de estar acá; lo siento junto con su mano sobre mi pierna. No la miro, pero estoy seguro que ella no me mira; la vista clavada en su mano, preocupada de hacer las cosas bien.
Tuesday, September 09, 2008
I wish i could !Fuck¡ you el tiempo que dura “welcome” de john Coltrane más que eso nos permutamos en el tiempo y no vamos dejándonos atrás
es como hacer-el-amor
Ideales como montañas. Redactaré una crónica indígena: Aquí esperándolo, al gran condor Latinoamericano. Waynapicchu. La vista al cielo marchito, los colores fugaces, cubos de azúcar desarmándose en tus manos. Y un saxo de puta madre, su única onomatopeya la traducción de Dean
I watch as the whole country slides by below the wing. Deep red clays and burned out browns, followed by snow bleached peaks and now the flat geometry of the middle lands. Hundreds of miles of patchwork squares and circles, an occasional building group here or there isolated and tiny city clusters shrinking in the capillary sprawl, grey and lifeless from above. What is this all about? The ground moving does not really alter my perspective up here. Nothing seems to affect my view these days. My life beyond stable, static. 35 years, 10 years, almost 5 years. All these time line hash marks seem have ground me to a halt. How do dreams and hopes end up frozen? How can I get back that burning desire? I am at a standstill now. The days goes in and out and I get nowhere. Still no great clang of astonishment, no brilliant flash of light, no steeple with a wide view. All that surrounds me, all the things that I have gathered and continue to gather at such an obscene rate seem to be stones tied to the cuff. Weights to make the freedom of the river that much harder to realize. And all these stupid metaphors, what is one to do? The idea of chucking it all seem so inviting. To throw myself headlong into a love affair with some beautiful unknown person. Or a trip off alone in the wilds never looking back. But I can't help myself I must always look back. Life is so beautiful in the rearview, everything in golden light and very still. Faces and places, feelings, thoughts, embalmed forever. That wall in Chapel Hill. Karen lying on the bed by that sunshaded window, Johnson City, listening for footsteps and not yet through. The soft mountains green at 7 years old and 8 and 9. Laurie's face in that photograph. The old Volkswagen parked by the gate of those brown fields. That red tractor leaving traces as it plotted across before Tom and I our eyes wild with it. La sagrada familia in Barcelona. Los Angeles palmtrees looming like endless flagpoles and reflected overhead in the rear windows like arching spiders. Hovering just 20 minutes ago above the cotton ball clouds. The first gig in Berlin, Mud Club with the gate coming down. The stained glass windows of St.Tom's seen close up in movie camera view. All the envelopes full of tiny snapshots collecting dust. My mother as a small girl in a burnished white dress. My wife as a young mother. All the girls who's initials have been L.S. The feeling of almost drowning beneath a glassy blue surface. Kissing Mary in the dark. Old movies my first attempts all hazy and bleached out blue. Cody in his leather jacket. Amanda driving the old wrecked blue plymouth across the Canadian landscape. My life in a frozen moment a fly's eyes faceted view of all the moments which make up the full strand. Do any of these moments mean even the slightest thing? Michael dragging off the opium pipe in the shaded green of his back yard. How much easier if the past were a black hole if we had amnesia. Bright sun skating it's way and fractured kite like beads through the pine trees outside Susan's house. How many of my memories are created or reinforced by the documentation of them? Do we film events only to be able to see them in retrospect? To see them as though they were the actual moments themselves burned onto our retina? To see them as though they were really what we saw at the time? I don't really remember anything. I only recall pictures, snapshots of events I may have been present at. Televised pictures of the revolution no where near here on mine too. I recall written words of my own past equally with those of times and places I have little business knowing anything about. I never really been to sea, never driven down an endless straight ribbon of highway into the next state, never floated on a swiss alpine lake or borrowed deep into the earth fossil corridor of time. Is it even possible to reach out and touch another person? To dent their flesh with my fingertips? Why all the conventions the walls to prevent such happenings? What can you show me? What can I tell you? How many years have we been apart? Where have you been all my life? When can I see you again? I'm sick of the sight of you. All the dichods head butting me one against the other. Tearing my soul in two directions at once. Ripping at the seams of my consciousness. Babbling on and on in my mind.
No siempre me ha gustado el Free Jazz. Para ser sincero no siempre me ha gustado el Jazz persé, aunque su efervescencia me haga evocarlo como un recuerdo de niñez. En mi casa no sonaban discos ni agujas, solo el recuerdo de Braulio y Serrat; cumbres, miseria y un dolor lo bastante anglosajón. Algo en el desorden. Las innumerables referencias en Rayuela de Cortázar, incluso algún pie a pagina explicando el placer cacofónico del Free cuando los acordes por fin se encuentran como “dos cíclopes”. Y ese despertar intelectual en la Plaza Ñuñoa, mientras los topos abandonaban sus refugios nocturnos para comenzar la mañana en la solera del mundo. Libros de Márquez, de Sartre, de Camus y de Cortázar, lo usual. La terapia que a posteriori conduciría mis paranoias en las micros y mi militancia benévola que mi etapa Rimabudiana terminó de extinguir. Entonces Charlie Parker, lo suficientemente francés para roer en el alma de algún afanado norteamericano. El dolor texturizado y complejo de un hombre en crisis ontológica. El blues cediendo su hedonismo encantador de vaivenes soporíficos para dar paso a clavarse-en-el-mundo, sin la experiencia recesiva de los gatos afroamericanos que prestaban servicio a los tabloides, incluyendo al joven Louis Armstrong, cuya herencia más importante fue hacer del entretenimiento el trabajo de un solo hombre y recibir ingresos correspondientes a este merito. Pobre Kerouac; ni a él ni a Parker les cayó bien la fama, pero antes habían de volverse alcohólicos para calzar una nota dentro de otra, una letra dentro de otra. Y el gato de Gillespie les sobrevivió y nunca será la quintaesencia. Lo mismo Cobain y Morrison, gatos blancos representantes del comienzo del establecimiento de la contracultura. Gillespie les sobrevivió para subrayar que “on the road” y “ornithology” son probablemente las cumbres del desenfreno: el viaje a México, kilómetros de espesura y sudor; el fix que aletea como un pajarillo cruzando la atmósfera. ¿Quién se ha enamorado de alguien solo por la concomitancia del dolor? es un fenómeno singular y descartado en su validez, pero la mayoría de las relaciones son simbióticas y dependen de la mácula para su proyección. El Jazz me surgió como el ápice de las mismas notas que se estaban obviando, en todos los caminos recorridos y pactados desde otrora o desde el hábito de cruzar las habitaciones y las salas. Como un tejido de Pollock, las notas de Parker anuncian la ausencia del orden de sus melodías. Todo calza como un viaje trepidante hacia lo otro, pero lo otro es completamente indefinible y el viaje es una ostia, tiempo llamado como tal, segundos que duran los solos del contrabajo, la batería y el saxo. BIG QUOTE TO “el perseguidor” DE JULIO CORTÁZAR. Que vergüenza, Dios. Escucho Oro, Incienso y Mirra de Gillespie y entiendo que el gato les sobrevivió porque alcanzó la libertad, Parker solo subrayó cuanta miseria y la abarcó toda, desde el dolor africano a la condición negra en Norteamérica. Nothing is. O por lo menos no los genios como Parker; mientras más cerca de Dios más sangran sus estigmas. Enfermo como los tiempos, nunca he logrado acabar una tarea auto impuesta. Tengo mi libro de poesía arrojado ahí, corregido su primer tercio y luego abandonado. Tengo la guitarra desafinada por las corrientes de aire en la mañana y este teclado de letras mal y gastadas han calzado el dolor de algún otro inconcluso. El Jazz es una música esencialmente deforme e imperfecta, atípica y absolutamente incidental. Lo encontramos en todas partes si se le presta atención al silencio o al sonido. Panéos, frenos, chirridos, orgasmos, gargantas arrojando vibratos, el rumor del sol colándose por la mañana, la ausencia de unos ojos que lo vean. TODAS LAS EPICAS, que son a la vez las historias histerias hipsterias de los personajes vaporizados de Gordard. El free es la versión “hacia lo salvaje” del Jazz, y por eso su sofisticación, como los esfuerzos mal entendidos de Jean Michele Jarre y la cultura New Age que incurrieron en el capital para acceder a la libertad. Cuando el Jazz representaba la educación y sensibilidad de los otrora esclavos, el Free viene a devolverles la necesidad básica del desorden indígena: histeria, pánico, nubes apocalípticas que no calzan en los nombres. No más el entretenimiento del hombre blanco “We want poemas that kills, BLACK POEMS” el Free restaura la contracultura como lo fue el virtuosismo de un joven Armstrong versus los gatos blancos que se resfriaban a propósito para alcanzar su carraspeo maravilloso. “Somos hijos del Apocalipsis, banalmente caóticos, apócrifos y paganos” parece soplar cada nueva incursión de Coltrane en Interstellar Space e incluso el gato de Gillespie que sobrevive al entretenimiento. Y así Don Cherry, Marion Brown, Ornette Coleman, Sun Ra y Cecil Taylor representan el renacer de una cultura increíblemente oscura al ojo occidental. Incoherente y desenfrenado, este sonido no viene a complacer la audición, viene a predicar la representación y con esto su filiación directa a la improvisación. El Free es, cualquier reproducción sonora es la muerte de su momento como anunciaba Cronemberg. Cada acorde representa una epilepsia emocional o física, una conjunción entre el universo y la historia del músico. No podemos obviar la necesidad de esta música de reinvidicar los ordenes cartesianos y gregorianos; anular, volver la presencia un acto y no un proyecto.
Apéndice:
Leyendo a Louis-Ferdinand Céline: la incoherencia (y la palabra exactamente) de las guerras mundiales, su cristalización en el existencialismo Sartreano. La Nausea, la existencia recorriéndonos inevitablemente, el Free lo subraya. Por eso los gatos europeos supieron y valoraron (aún más que en Norteamérica) el Free como la tendencia inequívoca hacia la libertad, en ella el caos y el vómito. John Tchicai, Peter Brotzmann, Förklädd Gud, Mario Schiano, Jacques Berrocal, Jacques Thollot, Raymond Boni, Pierre Favre, Bernard Vitet (estos últimos Franceses, mi Free favorito, que refuerza la idea extraída de “viaje al fin de la noche” de Céline), su música se aleja del Free Afroamericano, más carnal y desgarrado, sonoro y sentimental, aproximándose a una estructuración intelectual del dolor y celebración de los sentidos, empalagosa y texturizada (BIG QUOTE TO "la Nausea" de SARTRE), bella y paralelamente opuesta en tanto reconocimiento de la propia historia.
Todo acá el Harte de mi sitio me pertenece por que Haviera me lo daría; es ella de todas formas quien los HACE. Se ve lindo a reventar, mis palabras somos ofrenda HAVIERA. Vealo todo ACÁ