Thursday, September 18, 2008

fragmento

I

Estaba pensando en escribir sobre él y ella. Ahora me veo sentado en el auto, lo recuerdo. Un viaje suave; trato de acomodar mi cuerpo en lo posible y girar mi cabeza de tanto en tanto para asegurarle mi atención. Escuchamos Popol Vuh, Hosianna Mantra como subrayando lo translucido de nuestro tiempo juntos. – No he dormido bien – me dice. La verdad ella nunca ha dormido bien, creo. Y yo con ella menos, no soportaba su habito de frotarse los pies durante la noche. – ¿Alberto? – me inquiere. – Tiene miedo de comenzar a acomodar sus vacíos sobre mi cuerpo; lo hace lentamente. Conduzco a una velocidad prudente, aunque me gustaría acelerar las cosas y sentirme un poco más en el transito y menos en este auto. Trato de concentrarme, pero la última vez que estuve con ella no es siquiera un recuerdo anidado en la parte del cerebro que le corresponde a la poesía. Me doy cuenta que uno no sana, por más que se aspire al porvenir. – Me sudan las manos, mira – Tomo su pequeña mano un poco deforme, nunca me sudan las manos y tengo que decirle que no estoy ahí. Ella lo va a entender o quizá todavía la amo, eso pensará de noche, satisfactoriamente. Pero mi desesperación se anida en la incapacidad de recordar mi experiencia, y recoger sus ademanes como todas la texturas con que se matizan los personajes de novelas. Me estoy protegiendo de antemano, subrayándome en la literatura. – Estoy seguro que no tengo ningún disco que te agrade acá – le digo. – No te preocupes…podemos escuchar lo que tu quieras – Entonces detengo el auto, no aguanto. La miro y ella se recoge hacia el vidrio como esperando un zarpazo merecido. - ¿Qué? – me pregunta, con todo mi cuerpo enroscado en su ojo. – Ayer soñé contigo – Empiezo. – Venias de vuelta del cielo tras una experiencia mística con alguna planta…No me quisiste contar de que se trataba el cielo, y yo lo necesitaba…Si estaba a punto de enfrentar mi salvación tu sabes que no lo iba a lograr sin abandonar el terrible esfuerzo que el cielo evitaría…De todas formas fue bueno verte ahí, como si nos hubiésemos pillado en la vía del tren camino a Machu Picchu… Bastó mirarte para saber que el cielo no lo merecemos… – Estoy al borde de abofetearla. Recuerdo su boca contraída en mi glande, su ojos mirándome directamente, las pocas veces que estaba urgida por mi placer. – Sé lo que quieres decir – (¿Lo sabes? Entonces bájate del auto) – Sabía que llamarte iba a ser como aterrizar sobre espinas – No me esperaba una respuesta de ese tipo. Quiero que se me abalance y acabar con esto pronto. – Quiero que me enseñes a escribir…- Nunca la he escuchado tan determinada; el tiempo que compartimos eran vaivenes y prefiguraciones de la soledad y la emancipación; todo lo hacíamos con la esperanza de ser los mejores, pero sin la correspondiente paciencia. – Yo ya no escribo – Le respondo – O por lo menos no el tipo de cosas que solía escribir...Ahora no se le puede llamar de esa forma. – No me entiendes – me dice – Quiero que me enseñes a sufrir. – Pienso en la única forma en que podría traducirle su petición, se la comunico directo a los ojos. Su cuerpo ya no se agazapa en el asiento, esta erguido y radiante. – No ha pasado mucho tiempo ¿No? – Le pregunto. – No- responde – El necesario para que llegue este día. – No entiendo nada. En aquellos tiempos sus comentarios crípticos eran iguales a todos mis ardides retóricos para esforzar la comprensión. Ahora no entiendo y me importa un carajo. Me siento ligero llevando el Megane por la ciudad. De repente, el aviso de estar acá; lo siento junto con su mano sobre mi pierna. No la miro, pero estoy seguro que ella no me mira; la vista clavada en su mano, preocupada de hacer las cosas bien.

1 comment:

Anonymous said...

it seems you've reached an important point in your writting dude.